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Arboles muertos y mucha tinta

El desquite de Yañez (La rivincita di Yañez, 1913)

El desquite de Yañez (La rivincita di Yañez, 1913)

Autor: Emilio Salgari

Colección: Los piratas de Malasia n° 11

Edita: Gahe, 1975

 

Habíamos dejado en el tomo anterior a Yañez y su grupo de seguidores escondido en las cloacas de su antigua capital, incendiada por las fuerzas de su enemigo, el Rajah Sindhia, esperando que llegara Sandokan con refuerzos para salvarlo. Cosa que ocurre al principio, con los Tigres de la Malasia haciendo un “blitzkrieg” con una arremetida de elefantes y armados con ametralladoras que masacra a las fuerzas rivales. Y, por si no fuera suficiente, diseminan el cólera en el campamento enemigo. Así , sin que haya algún tipo de escrúpulo de su parte.

En fin, la cuestión que igual escapan con Yañez y su gente a una colina donde se atrincheran mientras mandan a un mensajero a hablar con los montañeses que protegen a la princesa Surama (esposa de Yañez y legítima reina de esas tierras de Assam). Y por supuesto, le toca la tarea a Kammamuri – lo que lo convierte en el verdadero protagonista de la última trilogía de los Tigres de la Malasia, la verdad sea dicha - . Kammamuri se mete en medio de la jungla de Bengala, enfrentando terribles peligros y logra al final llegar con los montañeses, que aparecen a tiempo para derrotar a Sindhia y sus hombres. El rajah vencido prefiere pegarse un tiro antes de enfrentarse a la derrota. Todo queda bien. Fin.

Si, un poco previsible lo sé. Se nota claramente que Salgari estaba agotado de explotar a sus piratas y trabajaba por la magra pitanza que no le alcanzaba (no por nada poco después de terminar este libro y antes de verlo publicado, se suicidó haciéndose un harakiri y dejando una carta a sus editores donde básicamente los tildaba de chupasangre). Y sin embargo, no puedo dejar de sentir que es un final digno para la serie, un “vivieron felices para siempre” más que aceptable. Cierro el libro con orgullo: me pasé décadas para saber cómo terminaba la historia de Sandokan, Yañez y compañía y la verdad es un buen final. NO apoteótico pero decente.

Un grosso, Salgari.

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